Sobre feminismo y lo femenino en la Biblia


Por la RABINA JUDY NOWOMINSKI


 

Sobre feminismo y lo femenino en la Biblia

Por la Rabina Judy Nowominski

Hay una máxima de nuestros sabios que expresa que todo puede ser encontrado en la Torá: “Busca en ella e invierte en ella, pues todo está en ella” Avot 5, 22.

Siguiendo esta idea, algunos aseguran que no hay temas nuevos que pertenecen a nuestra época y ya podemos hallar en los textos más antiguos todos los tópicos, inclusive temas como subrogación de vientre, adopción, feminismo, acoso sexual, sororidad y muchos más.

Si bien es cierto que las páginas de la Biblia y, tal vez en menor proporción, las de la literatura rabínica nos relatan sobre la vida de las mujeres, sus experiencias como esposas, hijas, hermanas, madres, princesas y profetizas, creo que nos aportan antecedentes o modelos que se acercan a algunos temas propios de nuestra era sin ser el origen y el puntapié para ideologías o movimientos actuales como el feminismo o el “Me Too”.

Es decir, la variedad de fuentes existentes nos permite imaginar sentimientos, momentos y vivencias que muchas veces nos inspiran y empujan en la lucha por la concreción de nuestros sueños o el anhelo de generar algún cambio.

Otras veces despiertan nuestra crítica estimulando en nosotros nuevas ideas o alternativas posibles en los vínculos humanos.

Un recorrido por el texto bíblico nos ilustra cómo hicieron frente a la esterilidad las matriarcas o Janá, recordadas especialmente en las lecturas de Rosh HaShaná.

Podemos casi llorar y palpitar el deseo de Sara y Hagar, Rivka, Rajel y Lea durante la construcción de la pareja y el hogar.

Mirar a Miriam, confiar en su profecía, danzar junto al resto de las mujeres del desierto y pararnos junto a las hijas de Tzlofjad reclamando heredar.

Contagiarnos del entusiasmo de Rut y Naomi por lograr la construcción de un hogar, aun sin la presencia masculina constante, después de tanta pérdida, apostando a la continuidad.

La lista continúa hasta llegar a los últimos libros de la Biblia y en esta oportunidad me quiero detener en las reinas y princesas del libro de Ester.

Ester es un libro muy interesante, distinto, que encierra tensiones dentro del relato.
En relación al debate de género, se puede realizar una lectura de dos modos completamente diferentes.

Apreciar una postura, una visión y justamente la contraria. Es decir, siempre en el texto se puede escuchar una variedad de voces, casi un coro de voces diferentes.

Si bien el texto se sitúa antes de la creación del movimiento feminista que brinda definiciones y conceptos con claridad, en Ester el tema está ahí disponible, sobre la mesa.

El libro describe de forma muy clara la jerarquía del mundo masculino, quien echa los dados y decide qué ocurrirá, ”la suerte” en relación a cómo las personas que viven en ese contexto en los márgenes de la sociedad, excluidos, siempre corren peligro. Inclusive la misma reina de Persia por ser mujer.

Dentro del palacio en el primer capítulo nos presentan a la reina Vashti ¿y en qué contexto?
En el palacio, cuando el rey la invita a su banquete para mostrarla, para exponer su belleza como parte del esplendor de su reino, junto a sus riquezas para impactar, tal vez en el mismo plano con el que muestra sus hermosas alfombras persas. Hoy diríamos que la trata como un objeto.

Inclusive, cuando ella invita a un banquete, lo hace en el palacio de Ajashverosh y siempre su autoridad es de segunda. Cualquier cosa que no responda a lo esperado por el hombre, en este caso el rey Ajashverosh la iba a dejar fuera del sistema y carente de cualquier aparente privilegio. Y así fue, enseguida fue destituida.

Y llega Ester, de la que también se esperará silencio y obediencia. Ester también entra al mundo dominante patriarcal.

Y aunque Ester cambia y transita un proceso de transformación a lo largo de los diez capítulos del libro, la mayor parte del tiempo es pasiva y calladita.

Es llevada al palacio, no dice nada, hace lo que su tío Mordejai le indica y cuando no dice nada, el texto se ocupa de decirnos que actúa obedeciendo la orden de un hombre.

Ester no revela su identidad judía en el palacio por orden de Mordejai. Y hace todo lo que él le dice.

Al comienzo del relato juega el rol de la mujer objeto. No dice nada y no pide nada, cuando le ofrecen y le preguntan ¿qué quieres? Por eso cae bien y agrada a todos.

Esa actitud tímida y contenida es una escena extraña, teniendo en cuenta que lo que iba a ocurrir probablemente era pasar una noche con el rey y después quedar confinada a su Harén sin la posibilidad de volver a su casa y casarse para disfrutar de la vida conyugal.

Iba a quedar presa para toda la vida y tal vez el rey la podía llamar un par de veces en el año.

Más adelante cuando su tío la presiona para que vaya a hablar con el rey, ya que el pueblo judío había sido sentenciado a muerte, organiza un banquete para el rey y nuevamente éste le ofrece: “Puedes pedir lo que quieras, te daría hasta la mitad del reino” y ella no pide nada.

El rey ya le había dicho que era hermosa y le agradaba. ¿Por qué duda y da vueltas?

Ella decide hablar solo ante el peligro, “van a matar a nuestro pueblo” como expresando que el resto no importa.

Recién en el segundo banquete presenta el problema de la amenaza de muerte como el problema, pero con bastante timidez y discreción.

Y después quien sale con las ropas reales y es ovacionado y admirado es su tío Mordejai.

El libro de Ester se encarga de decirnos cuánto creció y prosperó Mordejai convirtiéndose en el segundo del Rey.

Ester simplemente desaparece. O si lo pensamos bien, queda ahí encerrada en la jaula de oro en el palacio. Y el control sigue en mano de sus dos hombres Mordejai y Ajashverosh.

Esta puede ser una lectura muy clara y convincente del relato, pero se puede leer todo desde otra perspectiva, cambiando por completo la mirada.

Tenemos un relato de una mujer dentro de una sociedad que le exige ser objeto: “tenes que ser linda”. Y la llevan al palacio, aunque ella no quería. Y todas las acciones de Ester de permanecer callada, no pedir nada, ser obediente, pueden ser vistas como acciones o un plan estratégico.

Imaginemos: ok, fui traída a este lugar, esto es lo que me está sucediendo, entonces haré todo lo posible para llegar al mejor lugar posible. No voy a quedar presa en el palacio de las mujeres todos los días de mi vida, voy a ser reina.

Y de hecho lo hace, sigue el juego de los hombres y lo utiliza en su beneficio. Juega un partido para abrir posibilidades e inclusive cuando Hagay, el guardián de las mujeres, le dice que pida lo que quiera, ella responde con sabiduría tal vez preguntando cuáles eran los gustos y las preferencias del rey. Se dispuso a descubrir los secretos que la llevarían a una situación de privilegio.

Cuando avanza el relato, ella comienza a dialogar con su tío Mordejai, no solamente obedece, le sugiere el ayuno, le dice cómo manejará la situación y va transformando la aparente pasividad en acción, comenzando a construir la planificación de la salvación de su pueblo.

En lugar de actuar como los hombres de su entorno con agresividad, elige la inteligencia, la paciencia, sus propios recursos.

Claramente cada grupo social tiene sus fuerzas, características y herramientas.

En este relato la fuerza es “como los demás la ven” a la reina, paradójicamente llamada Ester, que significa esconder, para avanzar en sus propios intereses.

Y tal vez cuando actuó con tanto temor e inseguridad pidiéndole al rey “tengo algo muy importante para decir”, fue una forma para despertar su interés, como jugando con los hombres que tiene enfrente, conduciéndolos en la forma que ella quiere.
¿Ahora es posible en esta segunda mirada ver una postura de poder o de feminismo real? ¿Es una postura profeminista?

Con anteojos de reivindicación de género actuales nuestra idea es que la verdadera feminista de la historia es la reina Vashti.

La primera reina que dijo que no, cuando el rey le ordenó presentarse y exhibir su belleza. Dijo que no, sabiendo que iba a pagar un precio muy alto y se fue. Y dejó de ser reina.

Y Ester aceptó todo, ¿podemos decir que es rebelde, revolucionaria o feminista?

Esta es una pregunta que atraviesa la historia, varias épocas, no solo la de Ester o la nuestra en el siglo 21.

¿Qué es preferible? ¿Conseguir lo que queremos, obtener logros bajo el precio de un aparente comportamiento conservador? ¿O plantarse, marcar y señalar el conflicto explícitamente, exteriorizándolo y tal vez el fracaso sea la consecuencia? (como en el caso de Vashti).

Este debate se da en otros temas en nuestras vidas.

Los grupos marginales siempre deben debatirse en cómo luchar por sus conflictos y su lugar o cómo salir del lugar y prosperar.

La gran pregunta es si Ester podía surgir florecer y llegar al lugar de cercanía e intimidad con el rey sin la presencia anterior de Vashti, que le allanó el camino y estableció el objetivo. Probablemente, Ester no se hubiese atrevido a transformarse en activa sin Vashti, que fue enorme y valiente al negarse y plantarse en sus convicciones. Y, sin embargo, pagó un precio tremendo quedando fuera del sistema.

Probablemente, Ester vio a Vashti, se inspiró en ella y pensó “puedo hacer pequeñas acciones dentro de mis posibilidades y llegar tal vez a objetivos mayores a los soñados”.

Se puede leer esta historia de dos formas completamente distintas desde el debate de género.

Está el texto patriarcal y chauvinista con puntos que refuerzan esta mirada.

Pero también está la lectura casi burlona sobre los hombres. Mirando lo que logró Ester, como prosperó y alcanzó sus objetivos.

Tal vez éste es parte del mensaje de los sabios mencionado al principio: “Busca en ella e invierte en ella, pues todo está en ella”.

Nuestros textos y, en este caso, el relato de Ester nos permite justamente esta lectura en diferentes direcciones, mostrando que la realidad siempre es compleja.

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