Ser Jazanit


Por YANINA MELER

Ser Jazanit

Durante los últimos años vivimos un creciente apoyo al movimiento feminista. La mujer debe tener el mismo derecho de roles en la sociedad que el hombre y debe ser valorada y reconocida por sus aportes y creaciones.

Allá lejos va quedando la imagen de la mujer ama de casa, que solo debía encargarse de las tareas domésticas y el cuidado de sus hijos.

La sociedad de hoy en día aceptó la incorporación de mujeres en diferentes cargos de empresas y puestos en los que creíamos que solo el género masculino podía realizar. Nos mostramos capaces y a la altura de poder lograrlos, trabajando y desarrollándonos tanto a nivel personal como profesional, demostrando a la sociedad que tanto mujeres como hombres deberían disfrutar de las mismas oportunidades a la hora de alcanzar el éxito.

¿Qué pasa en la actualidad dentro de nuestras sinagogas? ¿El cambio se da de la misma forma? ¿Somos y nos sentimos aceptadas?

Así como vemos una gran evolución en la sociedad, también podemos notar pequeños cambios en nuestra cultura, con la incorporación de Rabinas y Jazaniot, tratando de adaptarnos a los tiempos actuales, sin perder nuestras tradiciones.

Desde mi experiencia, crecí viviendo y formando parte de estos cambios en los que poco a poco pude observar la presencia de algunas mujeres que comenzamos a formar parte del púlpito, leyendo Tora, dando una Drasha, usando kipa, talit y hasta colocándose tefilin.

Querer ser parte de los roles principales de una sinagoga como mujer, no fue NI ES tarea fácil. Debemos seguir desafiando y luchando contra ciertos paradigmas y tradiciones difíciles de cambiar, ya que fueron impuestos por nuestras propias vivencias y pensamientos incorporados por herencia, en los que además nos autolimitamos con la culpa, la inseguridad y otras tantas cosas.

Estamos viviendo un momento de muchos cambios, en los que hasta llegamos a preguntarnos si lo que realmente importa es el género o la calidad y nivel humano de quien tenemos a nuestro lado.  En estos años tuve la suerte de comenzar un camino de búsqueda, de empezar a conocerme y encontrarme, de aprender que soy más fuerte de lo que creo, de potenciar de a poco mis debilidades, aprendí de quienes trabajan a mi lado a fortalecerme y creer en mí, intentar sacar el pensamiento del «pedir permiso para hacer» (algo que muchas mujeres todavía tenemos).

Como mujeres tenemos mucho trabajo por hacer. Si bien es real que comenzamos a ser reconocidas y algunas cosas ya fueron cambiando, la realidad es que aún, debemos buscar un equilibrio en la práctica, debemos respetar nuestras diferencias con amor, potenciarnos unidos, preguntarnos qué queremos y creer en nosotras para lograr una igualdad de oportunidades.

En la Tora encontramos un Midrash muy interesante: la historia de las hijas de Tzelafjad. Habían pasado cuarenta años desde la salida de Egipto y no faltaba mucho para que el pueblo judío entrara a la Tierra Prometida. D-s le había informado a Moshé que el territorio de cada tribu quedaría determinado. Cada hombre recibiría una parcela de tierra y cuando ellos muriesen, sus hijos heredarían la propiedad, lo que garantizaría que cada parcela permaneciera en la familia a la que había sido asignada originalmente. Un hombre llamado Tzelafjad, solo tenía hijas. Tzelafjad murió en el desierto y sus hijas estaban preocupadas, porque no recibirían una parte de la tierra de Israel.

Entonces se dirigieron a Moshé y dijeron:

‘¿Por qué ha de desaparecer el nombre de nuestro padre de entre su familia sólo porque no tuvo un hijo varón? Dadnos herencia entre los hermanos de nuestro padre’. Y Moshé presentó la causa ante el Eterno. Y habló el Eterno a Moshé, diciendo: ‘Las hijas de Tzelafjad tienen razón en lo que dicen. Ciertamente les darás herencia entre los hermanos de su padre, y pasarás a ellas la herencia de su padre’…”. (Bamidbar 27:4-7).

Las hijas de Tzelofjad tuvieron el coraje y la valentía de no quedarse con lo establecido, sentían que no era justo y pudieron pedir por su derecho, recibiendo como respuesta de Ds un gran mensaje de igualdad. ¿Qué hubiera pasado si ellas no hubieran hablado?  La confianza y la convicción de estas mujeres al presentarse con su reclamo ante todo el pueblo nos muestra que debemos tomar más acción y trabajar juntas para lograr cambiar los puntos que creemos y sentimos en desequilibrio. Siempre teniendo como objetivo llevar adelante nuestras hermosas tradiciones, sin perder nuestra esencia y haciendo crecer juntos a nuestra querida comunidad.

En estos Iamim Noraim, te invito a que te tomes unos minutos, cierres los ojos, y te pongas a pensar en este año que termina. Estos días, solemos sentirnos más sensibles, buscamos reparar nuestras malas acciones e intentamos pensar en un nuevo comienzo trabajando para lograr ser nuestra mejor versión.

Pregúntate ¿cuáles fueron tus logros de este año?, ¿a qué te animaste?, ¿qué cosas te gustaría modificar para el próximo año? Y visualizá todo eso que te gustaría, para un mañana más libre de prejuicios, encontrando el balance que necesitamos.

Deseo de corazón que este 5782 el sonido del Shofar pueda llegar al alma de todas aquellas mujeres que necesitan fuerza y coraje para cumplir con sus deseos, que pueda despertar y vibrar en cada neshama ayudándonos a encontrar ese equilibrio que tanto deseamos.

¡Shana Tova Umetuka!
Yanina Meler

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