Ruth, una historia de redención

“No me incites a abandonarte, a voltear mi camino y dejar de seguirte, porque a donde tú vayas yo iré; donde tú vivas yo viviré. Tú pueblo será mi pueblo y tu D’s mi D’s.”
Aranza Gleason

Son las palabras que todo converso escucha y dice cuando ha decidido adoptar el judaísmo. Creo que son tan importantes para mí porque Ruth y el libro entero contaban mi historia en ese momento. Si leemos bien, el texto sagrado cuenta la historia de cómo la determinación de dos mujeres que estaban solas abrió la posibilidad de Redención al mundo. No hay mayor soledad que la de un converso, pero al mismo tiempo, no hay vientre más puro ni mérito más grande que el de una mujer que ha adoptado el judaísmo. Para la Torá el converso es capaz de renovar el tiempo; del vientre de Ruth, una conversa, vendrá el Mesías.

Ruth y Naomi, de Israel a Moab

Moab era uno de los tres pueblos que se declararon enemigos de Israel en el desierto; era un pueblo que en especial se caracterizaba por su orgullo y egoísmo. Junto con Amón, el pueblo de Moab se negó a ofrecer comida y agua a los israelitas en los momentos de mayor necesidad. Por esta razón, la Torá prohibió a los miembros de ambos pueblos entrar a la nación de Israel. La única excepción fue hecha a las mujeres, quienes no participaron de las acciones de sus esposos.

El camino que hicieron Ruth y Naomi de Moab a Israel representa un cambio espiritual en sus personalidades. Ambas perfeccionaron su carácter y modificaron su forma de comportarse al acercarse a Tierra Santa. Naomi se encontraba en Moab porque padecía del mismo defecto que los moabitas; era egoísta.

Naomi

Un midrash (enseñanza talmúdica) nos cuenta que Naomi y Elimelej (su esposo) tenían una posición privilegiada en la tierra de Israel. Él era un líder importante de la comunidad, cuando una enorme sequía azotó la tierra.  Naomi y Elimelej se fueron de Israel y se instalaron en la tierra de Moab (la tierra del egoísmo). No está claro si lo hicieron para preservar sus propiedades y evitar compartirlas con la gente que les pedía ayuda, si lo hicieron por temor al rechazo del pueblo o porque creían que desde otra tierra los podrían ayudar. Lo cierto es que abandonaron al pueblo en el momento de mayor necesidad; un error que luego pagaron caro. Sus hijos se casaron con moabitas y murieron en tierra extraña.

Naomi, viuda, se vio obligada a regresar a su tierra completamente sola y humillada. Caminó así hacia a una tierra y un pueblo que seguramente iba a rechazarla. Su redención, el momento en que limpió sus pecados, comenzó con ese paso. Comenzó cuando decidió abrazar su soledad, recordar a su D’s y regresar a su pueblo. Si hubiera continuado con su actitud orgullosa, podría haberse quedado en Moab, evitar los chismes, la humillación y el rechazo. Sin embargo, aprendió de la amargura y cambió su nombre a Mara (amargo). Se dio cuenta de que su lugar estaba en Israel, abrazó su soledad y regresó a su D’s.Ése fue su gran mérito, su camino se ha vuelto ejemplo del andar que hace un baalteshubá (la persona que se aleja o nace fuera de la tradición judía y regresa al judaísmo), y qué mejor compañía para ella que una conversa, alguien que busca su mismo camino, alguien que siente su dolor, alguien que entiende su misión. Por eso Ruth fue su mejor compañía. El regalo más bello que D’s le pudo haber dado.

Ruth

“A donde tú vayas yo iré; donde tú vivas yo viviré. Tú pueblo será mi pueblo y tu D’s mi D’s.”

El caso de Ruth es el opuesto, ella no regresó a su tierra sino que adoptó una nueva. Ella era nieta de Eglón (rey de Moab) lo que la convertía en una de las princesas con más alto rango de su nación. Ella pudo haberse casado con los grandes reyes de su época, pudo haber poseído todo el oro del momento, los ejércitos más fuertes, y damas de honor que la atendieran constantemente. Sobre todas esas cosas escogió a un judío y adoptó su fe. No sólo abandonó riquezas, honor y una vida de lujo, sino que se olvidó de todo lo que había aprendido hasta el momento: de su familia, su tierra y su nación. Una vez muerto su esposo, ella pudo haber regresado a su vida anterior, pudo haber recuperado su posición privilegiada y pudo haberse vuelto a casar, pero una vez más abandonó todo aquello por amor, para vivir una vida humilde a lado de su suegra.

Ruth se convirtió así en el ejemplo de fe más fuerte que hay en los textos bíblicos. Su amor tiene dos aristas principales, uno es el amor tan desmedido que expresa a Naomi y el segundo es el amor a D’s y al judaísmo, que expresa a través de su adhesión a la vida y ley judías. De haber sido princesa se vio obligada a mendigar; de tener uno de los estatus sociales más altos dentro de un reino, descendió al más bajo y aun así se mantuvo firme en su decisión, sin volver nunca la vista atrás, sin exigir algo más, luchando día a día por lo que amaba y creía.


Extraído de: Enlace Judío 8/06/2017 https://www.enlacejudio.com/2017/06/08/ruth-la-soledad-converso-una-historia-redencion/

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