Que me dejen ser yo misma


Por WANDA HOLSMAN

Una AMIA

 

Centro Ana Frank Argentina
Inclusión Social y Convivencia contra Toda Forma de Violencia y Discriminación

Que me dejen ser yo misma

por Wanda Holsman, Coordinadora de Museo del Centro Ana Frank Argentina
[email protected] | @centro.anafrank

“Sé lo que quiero, tengo una meta, una opinión formada, una religión y un amor. Que me dejen ser yo misma y me daré por satisfecha. Sé que soy una mujer con fuerza interior y con mucho valor”. Ana Frank escribió esta frase en su Diario el 11 de abril de 1944 a los casi 15 años de edad. Su historia es la de una adolescente que encontró en la escritura una forma de expresarse y plasmar sus pensamientos, sueños e ideales. Para millones de personas en todo el mundo, su Diario representa un testimonio de resistencia y una fuente de inspiración. Para su padre Otto Frank -quien logró sobrevivir a la Shoá- significó también la posibilidad de conocer de una manera única a su hija menor, asumiendo la responsabilidad de que ese legado trascendiera el tiempo y las fronteras.

A través de la pluma de Ana construimos una visión crítica del mundo, que es al mismo tiempo propositiva y comprometida con la tarea de transformarlo en un mejor lugar. Por lo tanto, si lo permitimos, el legado de Ana Frank nos interpela en nuestros días. Se trata de un legado que resuena en las voces del equipo de jóvenes guías del Centro Ana Frank Argentina: transmiten este mensaje, nos invitan a reflexionar sobre nuestro entorno y se animan a decir sobre sus propias metas, opiniones e ideales.

La fuerza y la convicción con la que aquella adolescente escribió en un contexto de horror y persecución, potencian nuestra capacidad de desarrollar actitudes de protección y de cuidado. Solemos decir que Ana pudo escribir su Diario porque hubo personas que eligieron arriesgar sus vidas para esconder a su familia y a otras cuatro personas durante veinticinco meses. Permanecer indiferentes ante el sufrimiento ajeno no fue una opción humanamente aceptable para sus protectores. Adoptaron un posicionamiento ético de cuidado que, a su vez, habilitó la posibilidad de sostener dignidad y esperanza en el encierro.

En varias ocasiones encontramos en las páginas del Diario referencias al rol que ocupa y debería ocupar la mujer en la sociedad. Comienza en forma de protesta cuando la relegan al lugar de niña, coartando su posibilidad de saber y de pronunciarse respecto de ciertos temas. Observa, analiza, se distancia en algunos casos y valora ciertos aspectos de los modelos femeninos más cercanos: sus amigas, su hermana Margot, su madre Edith, la Sra. Van Pels con quien compartían el escondite, sus protectoras Miep Gies y Bep Voskuijl, etc. Va construyendo su identidad en tanto mujer y se proyecta hacia adelante. Reflexiona profundamente sobre los avatares, las imposiciones, las libertades, los derechos y las conquistas de las mujeres: se reconoce como parte y protagonista de ese devenir.

En este sentido, la historia de Ana Frank, su testimonio y legado nos permiten recorrer distintas aristas que conectan el pasado con el presente responsabilizándonos sobre el futuro que nos gustaría dejarle a la generación que viene. En momentos de hacer balances personales y en comunidad, se nos presenta una buena oportunidad para repensarnos: la Memoria funciona como una guía y como un espejo; nos permite aprender, hacernos preguntas y formular algunas respuestas.

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