Entrevista a Galit Ronen, embajadora del Estado de Israel en Argentina


Por LAURA SILBERMAN SWISZCZ

Kaplun & Rubinska Abogados


Embajadora, ante todo, muchas gracias por concedernos esta entrevista exclusiva para el Anuario Amijai. Nos gustaría conocer su opinión sobre la problemática de la mujer en la sociedad israelí.

Israel es un país que está a la vanguardia en muchísimas áreas. ¿Considera que en lo que hace a los derechos de la mujer también lo está?

Israel fue uno de los primeros países en tener una Primera Ministra, que es el mayor cargo ejecutivo, el jefe de estado. Estoy hablando de Golda Meir, claro, y de la época en que en el mundo estaban ella e Indira Ghandi. También hubo en Israel una mujer Canciller y otras, que ocuparon cargos importantes. 

Lamentablemente, en estos momentos, no puedo decir que estemos mostrando un liderazgo. En el nuevo gobierno, que se formó en junio, alrededor de una tercera parte son ministras. Lo mismo sucede en el campo del empleo, en lo que se relaciona con la alta tecnología y en la Knesset, nuestro Parlamento. La participación de la mujer en los cargos públicos creció mucho con respecto al pasado, pero queda todavía un camino por recorrer.

¿Qué cambios se dieron en las últimas décadas con respecto a este tema, en Israel?

Hay una ley que dice que, cuando se presentan una mujer y un hombre para ocupar un cargo, y evidencian más o menos las mismas condiciones o talento, se debe elegir a la mujer. Además, todas las instituciones del gobierno y oficinas públicas tienen una persona (que puede ser hombre o mujer)  a cargo de los asuntos de la mujer; y esta persona tiene como función evitar que en dicho ministerio u oficina pública se produzcan casos de abuso de género, porque lamentablemente estas cosas pasan. 

¿Cómo afectaron los movimientos “Me Too”, entre otros, en la sociedad israelí?

No sé si el movimiento “Me Too” tuvo incidencia en la sociedad israelí porque ya veníamos transitando este camino. Sabemos en Israel que el potencial más grande que tenemos es el de la mujer. Si bien es cierto que la mayoría de las mujeres en Israel trabaja, mayormente realizan tareas que son típicamente ejercidas por mujeres: docencia o el campo de la salud, por ejemplo. Y queremos ver a las mujeres también en la política, lo que nosotros llamamos “decision makers”, que son las personas que con su trabajo afectan la vida cotidiana de cada uno de nosotros.

Israel está rodeado de países con una visión muy diferente de la mujer e incluso residen en Israel ciudadanos de esas otras culturas. ¿Cómo incide esto en la sociedad israelí?

En Israel respetamos las individualidades de todas las culturas. Pero hay una ley que es igual para todos. Por ejemplo, si hay un grupo que opina que las mujeres no tienen derecho para votar, nosotros nos oponemos, porque para el estado todas las mujeres tienen derecho al voto. Tratamos de dar el ejemplo. En este caso estamos hablando de los derechos de la mujer, pero también en todos los aspectos: en la democracia, en la búsqueda de una sociedad abierta, en la libertad de prensa y, en general, en lo que consideramos que es como se debe vivir. Si las otras sociedades nos copian o no, es decisión de ellos. No intervenimos en ello.

¿Cómo ha sido hasta ahora su experiencia profesional y de funcionaria, por el hecho de ser mujer? ¿Notó alguna dificultad mayor que la que enfrentan los hombres en los mismos cargos?

Si tuviera que hablar de alguna dificultad que tuve, más que nada como funcionaria profesional, podría decir que, cuando voy como embajadora acompañada por un hombre, quizás un funcionario con una función más baja, muchos piensan que soy la esposa del funcionario. Y comienzan por dirigirse al hombre, en lugar de dirigirse a mí. Lo cual, por supuesto, enseguida corrijo, aclarando que soy yo la embajadora o el cargo que sea que haya tenido en ese momento. La verdad es que se crea una situación incómoda. Por otro lado, yo no tengo hijos, pero las mujeres que sí tienen, muchas veces enfrentan dificultades porque aún hoy en una sociedad moderna como la de Israel, en donde los padres comparten la responsabilidad del cuidado de los hijos y de la casa, al final del día cuando un niño se enferma, es la mamá quien suele ocuparse. Por eso, lo que se está haciendo ahora en la Cancillería y en otras instituciones es tratar de que, al menos dos veces a la semana, no haya reuniones después de las tres de la tarde. De este modo, las mujeres e incluso los hombres pueden, al menos en esos días, ir a buscar a sus chicos al colegio o compartir más tiempo con ellos.

¿Qué desearía usted, como mujer, que cambiara en Israel y en el mundo con respecto a este tema?

Mi gran deseo es que no tengamos que hablar de este tema porque la igualdad ya sea la norma. Que no sea necesario trabajar por esta cuestión porque ya ocupemos el 50% de la fuerza política, de la cultura, de la prensa, de lo que sea. Que no tengamos que organizar workshops ni seminarios especiales para tratar acerca del tema de la mujer, porque la igualdad de la mujer sea algo natural: ése es mi deseo.

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